miércoles, 22 de agosto de 2007

Grandes pensadores (sociales)


Alguien que está metido en esto del estudio de la sociedad se puede reír de muchas cosas: de los chistes de Melón y Melame; de las contradicciones entre dichos y hechos de los políticos; de los videos de Edgar, Margarito o de ese viejo raro y senil que canta y baila cuando lo graban (no sé como se llama). Porque cuando descubres unas 400 razones por las que el mundo es un infierno, es necesario conservar la capacidad para maravillarse, para apreciar lo bello y bueno, y para reírse. Y cómo convivimos con tanta gente irremediablemente idiota, en vez de enojarme y lamentar la depravante condición humana actual, aprendí a reírme de ellos. Y tengo motivos para la risa desternillante todos los días.

Una fuente de humor adquirido a través de mi carrera (como el café a doscientos pesos) es la gente que opina de la actualidad sin saber nada de nada. Los hay de varios tipos: el estudiante de la vida que cree estar salvando al mundo con sus reflexiones relamidas, el viejo que se jura experto en las locuras de la juventud, etc. La libertad de expresión es un derecho que estamos aprendiendo a ejercer desde la seguridad de los medios alternativos y de Internet. Claro que eso facilita la credibilidad del primero en agarrar un pedazo de la torta. Puede ser una figura de notoriedad, o puede que no, pero hay cosas que se dicen que no deberían quedar impunes por ser un atentado contra la inteligencia y el sentido común.

Este personaje tiene un poco de todas las mencionadas anteriormente. Hoy tenemos de invitado involuntario a Antonio Gil, escritor chileno, más conocido por su papel de opinólogo en Las Últimas Noticias. Me mandaron este recorte hace casi un año y sigue haciéndome reír por la desfachatez de andar diciendo lo primero que venga a la mente. Con este ejercicio será mi turno de ser el maestro, y eso la verdad me atemorizaba… pero este es MÍ espacio y en él nada es imposible (¡caracho!). Y aquí lo tenemos:

“Es cierto que vivimos en un mundo raro, cada vez más raro, y por eso lo más corto sería echarles la culpa del bullying a la globalización, a la excesiva competitividad, a la incomunicación existente entre los padres y los hijos, agarrando al voleo todos aquellos argumentos –que en rigor no son otra cosas que patrañas- que han balbuceado los improvisados psicólogos locales respecto al caso Pamela Pizarro […] ¿No habría que mirar quizás con un microscopio las imágenes manga y hentai, esas súper populares historietas y seriales de televisión japonesas, para encontrar una respuesta?”

La idea detrás de todo esto, simplemente, me mata. El autor parte por mencionar una cadena de fenómenos sociales, ejes de problemáticas actuales y materiales infinitos de investigación e interpretación; y en una frase, los descarta. Es casi como si nos engatusara por un momento, haciéndonos creer que esto es un texto serio, para luego empujarnos por la barranca. Y, siendo que la globalización y la alienación son hechos tan presentes en la vida diaria, culparlas sería demasiado obvio. La causa debe estar en los “capilares”, oculta al ojo paseante. ¡Por supuesto! ¡Los monos chinos! Cualquiera puede vincular un problema actual con fenómenos de alcance mundial, pero no cualquiera está pendiente de lo que ven los jóvenes en sus 3 horas diarias (8 años de su vida) de televisión. Y cualquiera sabe de la influencia de Dragon Ball Z en el auge del neonazismo (para ser el más poderoso hay que ser rubio y de ojos azules), o de cómo Pokemon insta a las nuevas generaciones al maltrato animal.[1]

***

La idea sería hacer un segmento regular de estos grandes pensadores, pero la “emífera” lucidez de estos personajes lo hace imposible. De todas formas voy a parar las antenas y abrir bien los ojos. Cuándo salga la próxima gran barrabasada, yo estaré allí para reportarla


(El recorte original si a alguien le interesa. Haga click para tamaño completo)

[1] ¿Alguien ha notado como en casi todo el animé, la figura paterna está ausente? Ya sea muerta, desaparecida o simplemente omitida; y de todas formas se les recuerda con benevolencia y respeto. Y los que están presentes suelen ser figuras patéticas. Es como si entrenaran a la población japonesa para aceptar que el padre tiene que vivir en el trabajo y fuera de la familia… Algún día me meteré en el tema del mono chino como forma de discurso.

2 comentarios:

socióblogo dijo...

Todo un francotirador

Daniel dijo...

Para volver a lo intuitivo hemos de poner a LUN como centro de nuestra fuente de sentido. Vamos por buen camino.