martes, 16 de septiembre de 2008

Me relaciono, luego existo


No, no es estado de vago. He leído, y bastante, debo agregar. Cosas buenas, cosas malas, cosas indescriptibles. Cosas que, por supuesto, puedo compartir con una cantidad de gente equiparable a la cantidad de dedos que tengo en mis pies. Por eso, me gustaría hablar un tanto de eso en este sitio. Será un viaje algo más denso que en otras ocasiones, quizás, pero es que de veras me gustaría compartirlo con un público (hipotéticamente) mayor.


Kenneth J. Gergen, partamos, no es sociólogo. Es psicólogo social, y desde hace décadas que la lleva en el campo, con sus originales concepciones de cómo se está construyendo el yo en la época postmoderna. Sí, es de esos. De hecho, es bastaste hinchador a la hora de anunciar que la postmodernidad está aquí y la ha traído la CocaCola. Desde ese lado, me decepcionó bastante. Pero si en algo me he instruido, es en dejar de lado los prejuicios naturales; o por lo menor, en rescatar lo valioso de entre lo que no sirve.


Vamos al grano, dijo el pollo. La cuestión es que Gergen cómo desde que se inicia la modernidad que una parte vital en cualquier individuo es la construcción del yo. Distingue dos formas básicas: primero, la romanticista, que hace referencia a lo relacionado con los sentimientos, de un interior oculto que no puede medirse o pesarse como los amigos ilustrados quisieran hacer. El yo romanticista predomina en nosotros cuando, al preguntarnos un porque, respondemos “porque se me sale” o “porque creí ciegamente”. Después estaría la construcción modernista, basada en la razón y en la aplicación del método científico. Gergen usa la metáfora de la máquina: la meta es, tal como las grandes fábricas que producen lo que se les pida, una persona absolutamente autónoma, funcional e independiente. Aunque muy distintas entre ellas, estas dos formas de construir el yo se parecen en que son una unidad estable, coherente e individual. Entra la construcción postmoderna del yo, cambiando por completo este patrón: la construcción del yo sería, citando, "ya no se le define como una esencia en si, sino como producto de las relaciones". El nuevo yo es flexible y mutable, pero esto no es sinómino de fragilidad; se trata de una nueva postura para abordar las características de un mundo saturado de relaciones y roles.


Un plus es que la carga de relativismo se usa con mayor cautela y profesionalismo que en otros autores. Como ejemplo, para mostrar el cambio en perspectivas predominantes de cómo se construye el yo usa el hecho de que toda investigación conlleva juicios de valor. Cita el famoso Experimento de Asch, pensado como método para estudiar la conformidad. ¿Cuál es el problema? Pues que todo el experimento está repleto de cargas valóricas: la idea de que existe una medida única e incuestionable para el mentado palito, la idea de que los que respondían mal eran borregos patéticos y, relacionado con el anterior, que las personas de pensamiento autónomo son las “buenas”. Todo esto tiene sentido con el contexto sociohístorico: una sociedad gringa que enarbola al self-made man, y un mundo que ha visto a través de los distintos fascismos en lo que el pensamiento conformista puede resultar. Salto en el tiempo: pasamos al estudio más reciente de un tal Mark Snyder y un experimento sobre autocontrol en lo público. Y resulta que la valoración está toda invertida: se observa bajo un prisma positivo a quienes pueden integrarse mejor a la opinión de la mayoría. Ellos son más sociables, encaran con rapidez y flexibilidad los problemas, e influyen con mayor facilidad a otros.


Pero lo que más me gusta es que, a diferencia de tanto, Gergen no viene a pronosticar el Apocalipsis. Demuestra que sabe cómo usar bien su relativismo: no hay una época “mejor” o “peor”. Simplemente hay un cambio de una forma de ver las cosas a otra. Hay un especial esfuerzo en mostrar los rasgos tanto positivos como negativos de una construcción del yo individual y una relacional. Es en este juego de pros y contras donde encuentro la mayor fuerza del libro.


¿Podré creerle a Gergen? Me gustaría. A pesar de los fallos inherentes de cualquiera que desenvaina el término postmoderno como quien se come un paquete de cabritas, encontré que su visión de cómo estaría cambiando el mundo es sumamente clara, y me hace sentido en un montón de niveles. Además de lo útil que me sería para otros fines más instrumentales, de los que no quisiera hablar ahora. Pero como todo lo postmoderno, al hacer la transición de la teoría a la vida cotidiana, no dejo de sentir que calza demasiado perfectamente. Porque, en el fondo, “todos vemos lo que queremos ver”, y es allí donde se caen estos tipos: sus ejemplos son escogidos con pinzas para mostrar irrefutablemente que lo expuesto en el texto no tiene por dónde no verse. También me molesta la manía por creer en una casi ridícula influencia total de los medios de entretención (agrupándolos como un grupo de referencia más, sino el más importante). Sin embargo, y más allá de eso, veo en Gergen una chispa, una estela a seguir, un intento de crear más que de destruir. Esto sería el comienzo para poder explicar un montón de cosas que no entendemos, y dejar de amargarnos tanto por otras tantas.

1 comentario:

Keko dijo...

hace muy poco vi en un blog de un dibujante, muy interesante por lo demás un chiste, en el que aparecía descartes "gugleándose" a si mismo y afirmando "soy gugleable, luego existo"

en fin .. me parecen buenos los experimentos de ash, no tengo una formacion sociológica, pero creo que si hay valores no habría por qué negar las conclusiones. en la realidad hay valores y no te podi hacer el loco con ellos.

desde esa perspectiva, ser igual u opinar igual que la masa en este caso vendría siendo un valor y al final quisas sea eso lo que demuestra, que nuestra cultura es conformista. y tiene toda la razon, hay una sensación de que "este sistema esta mal" que produce un tremendo malestar pero muchas veces nos bombardean con cifras positivas y "avances" de la administracion publica y te quedai como .. desagradado pero conforme.

será una característica de nuestra sociedad? será una característica endógena a otra característica de la sociedad? (el dinero, el rechazo al fracaso, el apego a la juventud, solo por decir) es complicado, pero al final hace que la percepción de la sociedad en un tiempo no sea tan mala, que se considere esta epoca mejor que las anteriores, por que claro, todo es como te lo tomes, como lo quieres ver y a partir de lo que ves.

creo que cuando el poder de impersonaliza las cosas se empiezan a ir a las pailas, o a la porra .. como dice una blogger amiga

salud!